En el actual panorama de incertidumbre constante, las plataformas digitales se llenan de diversas terapias y consejos para una vida mejor, mayor productividad o resiliencia. Este enfoque ha sido criticado por responsabilizar a las personas de su propio bienestar. Sin embargo, rara vez se examinan las raíces de este fenómeno psicológico, un paradigma de autoentrenamiento que comparte similitudes con los productos de IKEA y con las lógicas de producción y comercialización contemporáneas. Si no se reflexiona sobre esto, existe el riesgo de que las personas se vean a sí mismas como meras empresas.
La psicóloga clínica Inmaculada Amador señala que este discurso no proviene de la psicología, sino del ámbito empresarial, específicamente del marketing. Amador ha observado una transformación en los síntomas de sus pacientes desde la pandemia, atribuyendo esta tendencia a una ideología que promueve la autoexplotación bajo la apariencia de crecimiento personal. Este enfoque, según expertos, se alinea con el marco ideológico del neoliberalismo, extendiendo la lógica del mercado a todas las esferas de la vida.
Puntos Clave
- Los discursos de autoayuda tienen un origen empresarial, no psicológico.
 - Estos mensajes se alinean con la ideología neoliberal, fomentando la autoexplotación.
 - La pandemia ha intensificado la culpabilización individual por problemas sistémicos.
 - Términos como 'autocuidado' y 'gestión emocional' pueden encubrir exigencias autoritarias.
 - Existe una crisis institucional y una privatización del saber en este contexto.
 
El Discurso Empresarial Detrás de la Psicología Popular
La psicóloga clínica Inmaculada Amador explica que muchos de los consejos de autoayuda que circulan ampliamente tienen un origen en el marketing y el mundo empresarial. No se derivan de principios psicológicos establecidos. «Hay muchos ejemplos», afirma Amador, quien ha notado un cambio en los síntomas de sus pacientes desde el inicio de la pandemia.
Un ejemplo claro es la frase «ser tú mismo». Amador cuestiona: «no conozco a ninguna persona que no sea ella misma». Sugiere que esta insistencia busca en realidad que las personas se conviertan en una marca personal, diferenciándose del resto en un mercado competitivo. De manera similar, el concepto de «zona de confort» es problemático. Amador comenta que «conozco a mucha más gente que lo que quiere es entrar en esa zona de confort, porque no parece que haya muchas zonas así».
«Creo que todos estos términos entroncan, además, con el marco ideológico del neoliberalismo. Ya no se trata, como antes, de limitar la intervención estatal en la economía, sino de extender la lógica del mercado más allá.» — Inmaculada Amador, psicóloga clínica.
El crecimiento personal se ha convertido en un pilar estratégico de esta ideología. Se promueve una subjetividad donde el poder se sostiene a través de la autoexplotación. Esto implica que los individuos son responsables de su propio éxito o fracaso en todas las áreas de la vida.
Dato Relevante
El libro 'Quién se ha llevado mi queso', publicado a finales de los noventa, es citado como un ejemplo temprano de cómo la narrativa empresarial influyó en la psicología popular, normalizando conceptos como el despido libre y la reinvención constante.
Impacto de la Pandemia y la Culpabilización Individual
Los discursos de autoexplotación se han intensificado tras la pandemia de COVID-19. Muchas personas, en lugar de buscar formas saludables de gestionar la frustración, se sintieron culpables por sus dificultades. «Ha habido mucha gente que, en lugar de pensar en cómo hacer para gestionar la frustración de una manera saludable, se han creído culpables de lo que les pasaba», explica Amador.
Actualmente, las consultas psicológicas muestran una diferencia notable. Amador observa a pacientes que sufren precisamente porque se culpan completamente de sus problemas: por tener menos resiliencia, por no hacer las cosas «como deben» o porque su vida no va bien. Esta auto-culpabilización genera un sufrimiento adicional y dificulta la búsqueda de soluciones efectivas.
Orígenes de la Autoexplotación
La idea de la autoexplotación no es nueva. Amador recuerda el éxito del libro «Quién se ha llevado mi queso» a finales de los noventa. Este cuento promovía la adaptación psicológica al despido libre, sugiriendo que uno debe anticipar riesgos, conocer a la competencia y abandonar una empresa antes de ser despedido. La noción de escapar constantemente de la «zona de confort» y reinventarse profesionalmente se ha arraigado, llevando a cambios de empleo frecuentes en busca de un crecimiento continuo.
Este es un componente más de la forma en que se entiende lo psicológico y el crecimiento personal desde una perspectiva empresarial. Se disfraza la exigencia y la autoexplotación con términos aparentemente benignos como «autocuidado» y «gestión emocional».
Contexto Histórico
El sociólogo Luis Enrique Alonso, coautor del libro 'Poder y sacrificio: los nuevos discursos de la empresa', argumenta que la psicologización y el management tienen una matriz ideológica común: la individualización. Esta perspectiva ha ganado terreno con la crisis de la sociabilidad moderna.
La Individualización como Matriz Ideológica
Para el sociólogo Luis Enrique Alonso, la inflación de términos psicológicos y el discurso del management comparten una misma matriz ideológica: la individualización. Estos mensajes reflejan una crisis de la sociabilidad donde cada individuo debe «defenderse a sí mismo y buscarse las herramientas autoconstructivas para salir del atolladero».
Según Alonso, la sociedad ya no es vista como una fuente de apoyo. En cambio, el individuo es percibido como un «sujeto de talentos y capacidades individuales que debe explorar» para alcanzar el éxito. Esta perspectiva ignora las estructuras sociales y los factores externos que influyen en el bienestar de las personas.
Pérdida de Vínculos Sociales y Aceleración Tecnológica
Alonso señala una «pérdida de vínculos que eran propios de la modernidad industrial». Estas identidades, construidas históricamente, ofrecían bases para la reflexión, el consuelo y la acción colectiva. Con la aceleración tecnológica, esta pérdida de cohesión social se ha intensificado, dejando a los individuos más aislados y dependientes de sus propios recursos.
En grupos de discusión, a menudo surgen las «herramientas psicológicas» para resistir problemas sociales como el acoso laboral o sexual. Sin embargo, Alonso critica que «se descuidan totalmente el ambiente institucional». ¿Cómo defenderse en un entorno hostil solo con «herramientas de blindaje emocional»? Esta aproximación lleva a la culpabilización de las víctimas y a mayores recaídas, cuando el problema es, en realidad, social e institucional.
Un Problema Más Amplio
El remedio de la autoayuda individualista, en muchos casos, parece «peor que la enfermedad», según Luis Enrique Alonso, ya que desvía la atención de los problemas estructurales hacia la responsabilidad personal.
Productivismo y Crisis Institucional
Otro factor que agrava los problemas de esta «terapia 24/7» es el ecosistema de las pantallas. En este entorno, las personas trabajan de forma casi continua para «ponerse a punto». El productivismo en el consumo es altísimo. El ocio, en muchas ocasiones, se vuelve indistinguible del trabajo. Alonso plantea ejemplos: «Cuando compras billetes de Ryanair en el trabajo: ¿trabajas o consumes? ¿Y cuando trabajas a las cuatro de la mañana?».
Detrás de este fenómeno subyace una profunda crisis institucional. Esta crisis se manifiesta también en diversas corrientes conspiratorias, que pueden estar relacionadas con el discurso individualista del crecimiento personal. «Son fenómenos también ligados a la pérdida de institucionalidad de lo moderno y lo colectivo», explica Alonso.
La Privatización del Saber
Estas teorías conspiratorias permiten a los individuos sentirse «dueños del secreto». Creen saber algo que los demás no, lo que les otorga un supuesto poder. Se piensa que «a los otros los están engañando». En lugar de concebir el saber como algo colectivo y compartido, se produce una «privatización de las esferas de la información». Esto fragmenta el conocimiento y dificulta el diálogo constructivo.
Es importante aclarar que el problema no son las terapias psicológicas en sí mismas. Inmaculada Amador lo resume: «El problema es el uso que de la terapia se hace». Las estrategias que pueden ser muy útiles para el bienestar personal pierden su esencia si se utilizan para fines que no benefician al individuo, sino a intereses empresariales o mercantilistas.
- La psicología busca facilitar el avance y la construcción conjunta.
 - No debe ser utilizada para fines empresariales o mercantilistas.
 
Alternativas y Conciencia Colectiva
Las alternativas a este paradigma de autoexplotación no son sencillas. Sin embargo, existe una «buena noticia»: hay una mayor conciencia de que el verdadero desarrollo implica una mejora del bienestar y la calidad de vida. Esto va más allá de leer un libro para «reinventarse» o «gestionar la marca personal».
Amador menciona el ejemplo de la defensa de la sanidad pública. Ante las políticas de recortes y la reducción del acceso a servicios sanitarios, la gente sale a la calle para defenderla. «Ahí puede empezar a pararse esta espiral tan desgarradoramente individualizada y a recuperar la dignidad del ser humano, aflorando lo que sabemos que ayuda verdaderamente», concluye Amador.
«La lógica de que no te quejes, de que la responsabilidad la tienes tú, está detrás de este tipo de discursos lacrimógenos y preautoritarios. Lo que puede parecer un discurso de aliento es, en realidad, algo muy represivo, muy parecido al darwinismo social del siglo XIX.» — Luis Enrique Alonso, sociólogo.
Luis Enrique Alonso ha observado una incredulidad entre las personas estudiadas. A pesar de ello, la falta de alternativas claras a menudo lleva a una adaptación continua y resignada. Los discursos que parecen alentar al individuo a ser responsable de su propio destino son, en realidad, represivos y se asemejan al darwinismo social del siglo XIX. Estos mensajes, aparentemente motivadores, ocultan una presión significativa para que los individuos se adapten a un sistema que no siempre les favorece.




