La sensación de no alcanzar a cumplir con todas las responsabilidades, sumada a la dificultad para encontrar momentos de ocio, es una realidad para muchas personas hoy en día. Este fenómeno, conocido como 'pobreza de tiempo', impacta negativamente la salud mental y física. Expertos señalan que esta situación se agrava por las exigencias laborales y el uso excesivo de dispositivos móviles, afectando de manera desproporcionada a las mujeres.
Puntos Clave
- La 'pobreza de tiempo' describe la falta de tiempo libre debido a múltiples obligaciones.
- Casi el 60% de las mujeres siente angustia por no poder con todo, frente al 50% de los hombres.
- El uso excesivo del móvil y las redes sociales contribuye a la escasez de tiempo.
- La falta de control sobre el tiempo eleva los niveles de cortisol, afectando la memoria y las emociones.
- Participar en actividades colectivas y establecer límites puede mitigar los efectos negativos.
La 'Pobreza de Tiempo': Un Problema Creciente
La 'pobreza de tiempo' se manifiesta cuando las personas no tienen suficiente tiempo libre después de cumplir con sus responsabilidades laborales y personales. Esta situación, cada vez más común, se asocia con efectos perjudiciales para la salud mental.
Una encuesta realizada por la Dirección de Feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona en 2023 reveló datos significativos. El 59.7% de las mujeres encuestadas reportó sentir angustia por no poder abarcar todas sus tareas. En contraste, el 49.8% de los hombres manifestó una sensación similar. Estos números evidencian una disparidad de género en la percepción de la carga de tiempo.
Dato Relevante
El 32.2% de las mujeres dispone de menos de tres horas libres al día, después de sus trabajos remunerados y no remunerados. Para los hombres, esta cifra es del 24.6%.
Laura Camps de Agorreta, activista digital y autora del libro 'No nos da la vida', explica la desigualdad inherente a la gestión del tiempo. Afirma que «las personas nacemos sólo con tiempo, aunque no sepamos cuánto. Si perteneces en una familia del 2% más rico, dispones de tu tiempo, más el que vas a ir comprando a los demás. Si formas parte de la gran mayoría de esas personas que para llegar a fin de mes tienen que trabajar, deberás vender tu tiempo a cambio de dinero».
Ladrones de Tiempo y Autoexigencia
Lucía Gil, psicóloga clínica de UPAD Psicología y Coaching, aclara que la 'pobreza de tiempo' no es solo una cuestión de horas disponibles. Se trata más bien de la tendencia a querer abarcar demasiadas tareas en un período limitado. «Si nuestro día tuviera 35 horas, ocurriría exactamente lo mismo, pues no llegaríamos a todo. Queremos comprimir demasiadas cosas en un determinado tiempo. Hay que ponerse objetivos más reales», asegura Gil.
Entre los principales 'ladrones de tiempo', la psicóloga destaca el teléfono móvil y las redes sociales. Estos dispositivos y plataformas consumen una cantidad considerable de tiempo sin que las personas sean plenamente conscientes. Gil ha observado en consulta casos de personas que utilizan el móvil más de 8 horas diarias, superando una jornada laboral. Propone una reflexión: «15 minutos de móvil podríamos dedicarlos a llamar a una amiga, hacer estiramientos, leer un libro, pasear, meditar o limpiar tu casa».
Impacto Diferenciado en Mujeres
La psicóloga Lucía Gil subraya que las mujeres suelen verse más afectadas por la 'pobreza de tiempo' debido a exigencias académicas, laborales y culturales. La comparación social constante y la imposición de múltiples tareas generan culpa y procrastinación. Esta situación puede deteriorar la autoimagen personal, llevando a problemas de depresión o autoexigencia excesiva.
«Las exigencias académicas o laborales que nos imponemos, y que nos imponen a nivel cultural, pueden exponernos a más riesgos», afirma Lucía Gil.
Además, Gil explica que el «comer emocional o impulsivamente» puede ser una respuesta preocupante en muchas mujeres. La presión por ser perfectas en la gestión del tiempo se proyecta en el cuerpo, generando «juegos con la comida».
Contexto Neurocientífico
Emilia Redolar-Ripoll, Doctora en Neurociencia y docente en la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), señala que ser mujer es un factor que genera mayor vulnerabilidad genética ante los efectos del estrés. Aunque la sociedad avanza en igualdad, las mujeres continúan asumiendo más cargas.
Redolar-Ripoll añade que, si bien las diferencias cerebrales al nacer son mínimas entre hombres y mujeres, «la plasticidad del cerebro hace que el entorno social lo moldee». En el caso de las mujeres, esto configura una mayor vulnerabilidad ante situaciones de estrés.
La Generación Z y la Valoración del Tiempo
Laura Camps de Agorreta también aborda la situación de los jóvenes menores de 30 años, la Generación Z. Esta cohorte valora su tiempo de manera diferente. Han crecido en un entorno donde los problemas de salud mental se verbalizan más, pero el sistema no siempre ofrece suficientes terapeutas.
La cultura de la inmediatez y el 'multitasking' contribuyen a la autoexigencia. Sin embargo, Camps de Agorreta destaca un aspecto positivo de la Generación Z: «Nunca se creyó lo del ascensor social porque ya vieron que estaba estropeado. No han comprado el discurso de la cultura del esfuerzo, el hacer horas extra no remuneradas o prácticas no pagadas. Valoran más su tiempo».
Esta generación, a menudo enfrentada a una precariedad laboral significativa, tiene «poco que perder». No suelen tener personas menores ni mayores a su cargo, lo que les permite dejar un trabajo si no satisface sus expectativas. Esta actitud contrasta con generaciones anteriores, más dispuestas a sacrificar tiempo personal por estabilidad laboral.
Efectos del Estrés Crónico en el Cerebro
La sensación de falta de control sobre el tiempo tiene consecuencias directas en el cerebro. Emilia Redolar-Ripoll explica que cuando percibimos que no podemos manejar las cargas y presiones acumuladas, el cuerpo produce niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés. Si esta respuesta se mantiene por un tiempo prolongado, surgen problemas.
El cortisol afecta principalmente tres áreas del cerebro:
- Corteza prefrontal: Crucial para la toma de decisiones y la resolución de problemas. El estrés crónico deteriora estas funciones ejecutivas.
- Amígdala: Estructura que detecta señales de peligro. El cortisol la hace más reactiva, generando una percepción de amenaza donde no la hay.
- Hipocampo: Fundamental para la memoria y la regulación emocional. El cortisol reduce su activación e inhibe la formación de nuevas neuronas, lo que impacta la memoria y el estado de ánimo, pudiendo llevar a la depresión.
«El cortisol disminuye la activación del hipocampo e inhibe la formación de nuevas neuronas, lo que afecta deteriorando nuestra capacidad de memoria y la regulación de emociones. Esto puede producir un estado de ánimo bajo y hasta depresión», explica Redolar-Ripoll.
En resumen, la sobreexposición al cortisol hace que cualquier problema, por pequeño que sea, se perciba como una dificultad insuperable.
La Importancia del Ocio y los Límites
Ante la percepción de descontrol sobre nuestro tiempo y vida, es crucial buscar estrategias para mitigar el impacto negativo. La ciencia ha demostrado que las personas que, a pesar de tener una alta carga de trabajo, participan en otras actividades colectivas fuera de la oficina, experimentan una menor percepción de falta de control.
«Las personas que trabajan igual pero que, cuando salen de la oficina, participan en otras actividades colectivas, como unas clases de teatro o un club de lectura, evitan que el foco principal sea el trabajo. Aunque tengan más tareas, sienten que tienen el control sobre ellas y, además, sobre cosas que les motivan», argumenta Emilia Redolar. Este tipo de actividades no solo ofrecen un respiro, sino que también reducen fisiológicamente los niveles de cortisol.
Beneficios del Ocio Colectivo
- Reduce los niveles de cortisol.
- Aumenta la percepción de control sobre la vida.
- Fomenta la conexión social y reduce el aislamiento.
Laura Camps de Agorreta coincide, aconsejando la participación en espacios colectivos y autogestionados, como asambleas vecinales o huertos urbanos. «Es bueno para salir del aislamiento que a veces produce el estrés, pero también las redes sociales», puntualiza. Estas experiencias permiten darse cuenta de que hay áreas de la vida que funcionan, que se pueden lograr cosas, y que el tiempo invertido en ellas, aunque sea poco, puede ser muy beneficioso.
Una Sociedad Bajo Presión
Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son alarmantes. Se prevé que para el año 2030, más del 50% de las bajas laborales serán por motivos de salud mental. Laura Camps de Agorreta considera que esta cifra ya es una realidad no oficial. «La mitad de las personas que están enfermas, van al médico y les dan ansiolíticos o antidepresivos para que sigan trabajando», afirma.
La sobrecarga de trabajo, la mala gestión de las bajas y la presión por una excelencia permanente, especialmente en sectores creativos como la publicidad o el periodismo, contribuyen a este problema. Las empresas, por su parte, a menudo evitan abordar la prevención de riesgos psicosociales por miedo a la mala reputación. «Si descubres que tus trabajadores tienen algún tipo de malestar temes que eso te genere mala fama y dejas ahí un problema que no sólo no se resuelve, sino que también se hace bola», explica Camps de Agorreta.
Estrategias para Gestionar la Pobreza de Tiempo
Frente a la sensación de malestar emocional, es fundamental reconocer que existen soluciones. La psicóloga Lucía Gil recomienda el uso del 'mindfulness' como una herramienta efectiva. Esta práctica ayuda a centrarse en una única tarea a la vez, siendo plenamente consciente del momento presente.
Consejos Prácticos
- Practicar 'mindfulness' para enfocarse en una tarea.
- Reestructurar la cultura de la inmediatez y la validación externa.
- Establecer objetivos realistas para evitar la procrastinación.
- Utilizar agendas para organizar tareas por urgencia.
- Aceptar que no se puede llegar a todo y aprender a decir 'no'.
Es necesario «aprender a parar, hacer una tarea cada vez, ser conscientes de lo que nos pasa», señala Gil. También sugiere reestructurar la cultura de la inmediatez, la búsqueda constante de validación en redes sociales y romper con la procrastinación. Marcarse objetivos realistas y buscar el bienestar personal, más allá de la aprobación externa, es crucial.
Un consejo práctico es «rescatar las agendas, ya sean en papel o en el móvil y distribuir las tareas según sean urgentes o no». Pero, sobre todo, Gil enfatiza una idea fundamental: «Tenemos que aceptar que no llegamos a todo. No somos perfectas y está bien ponerse límites a una misma y también a los demás».



