La administración sanitaria de Estados Unidos, bajo la dirección de Robert F. Kennedy y el presidente Trump, ha generado controversia con declaraciones sobre el autismo. Se han promovido teorías no respaldadas por la ciencia, vinculando las vacunas infantiles y el paracetamol con el trastorno del espectro autista (TEA). Estas afirmaciones contradicen las recomendaciones de las principales organizaciones de salud a nivel global.
Puntos Clave
- Robert F. Kennedy ha calificado el autismo como una "epidemia", atribuyéndolo a vacunas y "tóxicos" ambientales.
 - El presidente Trump ha instado a no usar paracetamol durante el embarazo o en bebés, relacionándolo con un mayor riesgo de TEA.
 - Organizaciones como la OMS y la Agencia Europea del Medicamento desmienten estas afirmaciones, citando la falta de evidencia científica.
 - Las declaraciones han generado preocupación en la comunidad médica por el riesgo de desinformación y el impacto en la salud pública.
 
Declaraciones Controversiales del Secretario de Salud
Desde su nombramiento hace siete meses como Secretario de Salud de EE.UU., Robert F. Kennedy ha expresado públicamente su preocupación por el aumento de diagnósticos de autismo, refiriéndose a ello como una "epidemia". Sus comentarios han incluido la resurrección de una teoría desacreditada de 1998, propuesta por Andrew Wakefield, que sugería una conexión entre las vacunas infantiles y el trastorno del espectro autista (TEA).
Además de las vacunas, Kennedy ha señalado a "tóxicos" ambientales como posibles factores causales del TEA. En una iniciativa reciente, ordenó una investigación sobre las causas del TEA con un plazo de entrega para septiembre, a pesar de la extensa investigación científica ya existente sobre el tema. Esta acción ha sido vista por algunos como una minimización de los esfuerzos previos de la comunidad científica.
Dato Relevante
La teoría de Andrew Wakefield de 1998, que vinculaba la vacuna triple vírica con el autismo, fue retractada por la revista The Lancet en 2010 debido a graves irregularidades éticas y metodológicas. Numerosos estudios posteriores han refutado cualquier conexión causal entre vacunas y TEA.
El Presidente Trump Refuerza la Desinformación
El presidente Trump ha mostrado su apoyo a las ideas de su secretario, e incluso ha ido más allá. En un reciente discurso, Trump aconsejó a las mujeres embarazadas y a los padres de bebés no usar acetaminofén o paracetamol, comercializado en EE.UU. bajo marcas como Tylenol, para aliviar la fiebre o el dolor. Afirmó, sin presentar datos científicos, que el uso de este medicamento aumenta significativamente el riesgo de que los niños desarrollen TEA.
La administración Trump ha sugerido que el incremento en los diagnósticos de TEA podría explicarse por el mayor uso de paracetamol desde la década de 1980. En ese momento, las autoridades sanitarias desaconsejaron el uso de aspirina en niños debido al riesgo del síndrome de Reye, lo que llevó a un aumento en el consumo de paracetamol como alternativa.
"Trump ha instado, sin datos, con su discurso simplón, a las embarazadas a no tomar acetaminofén o paracetamol [...] pues dice que aumenta mucho el riesgo de que los pequeños sufran TEA."
Estudios Científicos y la Falta de Consenso
Existen algunos estudios que han explorado una posible relación entre el uso de paracetamol durante el embarazo o en menores de 18 meses y un mayor riesgo de TEA. Sin embargo, estos estudios a menudo han sido criticados por su metodología, el tamaño reducido de sus muestras o la falta de capacidad para establecer una relación causal directa.
Por otro lado, una cantidad mayor de investigaciones, realizadas a gran escala, no ha encontrado una relación causal entre el paracetamol y el autismo. La comunidad científica subraya la importancia de considerar la totalidad de la evidencia antes de emitir recomendaciones que puedan tener un impacto en la salud pública.
Contexto Histórico del Paracetamol
El paracetamol es uno de los analgésicos y antipiréticos más utilizados globalmente. Su seguridad en dosis recomendadas ha sido ampliamente estudiada y aceptada por décadas. La recomendación de evitar la aspirina en niños en los años 80 impulsó su uso generalizado, consolidándolo como una opción segura para el manejo del dolor y la fiebre en la población pediátrica y durante el embarazo, bajo supervisión médica.
Reacciones de las Organizaciones de Salud
Ante las declaraciones de la administración estadounidense, varias organizaciones sanitarias de renombre mundial han respondido con rapidez. La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y diversas entidades médicas y científicas han reafirmado que no existen nuevas evidencias científicas que justifiquen un cambio en el uso actual del paracetamol.
Estas instituciones han enfatizado que el medicamento sigue siendo seguro y eficaz cuando se utiliza según las indicaciones. La desinformación puede generar ansiedad innecesaria entre las mujeres embarazadas y las familias, y potencialmente llevar a decisiones de salud perjudiciales.
- OMS: Reitera la seguridad del paracetamol en dosis terapéuticas.
 - EMA: No ha emitido nuevas advertencias sobre el uso de paracetamol en el embarazo o en niños.
 - Organizaciones Médicas: Aconsejan seguir las guías clínicas establecidas y consultar a profesionales de la salud.
 
Impacto de la Desinformación en la Salud Pública
Las declaraciones de figuras públicas de alto nivel tienen un peso considerable y pueden influir en la percepción pública de la ciencia y la medicina. Al cuestionar la seguridad de un medicamento tan común y vincularlo con una condición compleja como el autismo sin respaldo científico, se corre el riesgo de generar pánico y desconfianza.
Esta situación puede llevar a que las personas eviten tratamientos necesarios para la fiebre o el dolor, lo que podría tener consecuencias negativas para la salud. Además, la desinformación puede marginar a niños y adultos con TEA al desviar la atención de los tratamientos y apoyos basados en la evidencia que realmente necesitan.
La comunidad médica y científica subraya la importancia de basar las políticas y recomendaciones de salud pública en la evidencia científica rigurosa. La promoción de teorías sin fundamento no solo es irresponsable, sino que puede socavar años de investigación y el trabajo de profesionales de la salud dedicados a mejorar la vida de las personas con TEA.



